viernes, 11 de diciembre de 2009

las calles a esa hora en que son siempre de domingo. dejan vivir en mi la niebla.el silencio perfecto del día.los árboles haciendo el amor suavecito con el viento.yo pasando debajo. oyendo. ahí una vez me encontré con un duende y le dije que me gustaría que las paredes de todos los edificios y las casas empezaran a derretirse y que sea el piso un río de colores que nunca haya visto. que todo estalle. que todo explote. Ya va a amanecer , me dijo.y va a estallar el ruido con su día o el día con su ruido. no me conforma ese estallido.sólo el del sol cuando esta naranja ,violeta y rojo quemando lo azul oscuro. volviendolo celeste. sólo veinte minutos en que parece que si. va a pasar . y después se vuelve a levantar antes de caer contra el piso.el estallido naranja. lo levantan los ruidos del despertador. colectivos . pájaros . bocinas. el olor a pan .el abrir lentamente los ojos. entonces en una esquina lo abracé y le dije que me lleve a su rincón... que me lleve con él.que no quería otro amanecer que amague el estallido. me dijo que no podía. que si había enloquecido. subió a un omnibus y se fue. yo me fui a dormir. prefería despertar al mediodía por esa vez.

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